Título en español: El hombre más buscado
Comenzar a ver esta película me sumergió en la nostalgia de inmediato. Como quizás ya saben, esta es la última aparición de Philip Seymour Hoffman en el cine, salvando quizás alguna escena en las últimas de la saga de Los Juegos del Hambre, pero no he leído acerca de cómo van a lidiar con ello. De cualquier forma, esta será recordada como la última actuación de uno de los mejores actores de la época, un hombre que brilló tanto en roles pequeños como en Magnolia o Casi Famosos (al iniciar su carrera se lo conocía como un excelente «character actor»: esos actores que toman papeles de extrema diversidad creando un repertorio de personajes que muestran todas las facetas de su talento; Gary Oldman es un gran ejemplo de esto), como en papeles protagónicos, empezando por Capote que lo lanzó a la cima de las listas de los gigantes de actuación masculinos, hasta culminar en este. Quizás sea el saber que estaba tan cerca de su final, pero aún más angustiante para mí fue ver que a pesar de que sí fue una buena actuación, no logró alcanzar los niveles de excelencia a los que me tenía acostumbrada. Pero de cualquier manera, permanecerá como uno de mis actores favoritos de estas últimas décadas, y afortunadamente dejó una gran colección de maravillosas películas que despliegan su excelente talento.
Dicho esto, pasaré a comentar sobre la película en sí. Basada en una novela de espionaje del escritor John Le Carré, cuenta con un estilo muy parecido al de El topo, también basada en una novela del mismo autor. Son historias de un espionaje de perfil más bajo, uno podría decir más realista, apuntando a mostrar las partes menos glamorosas del mundo, más aburridas y tediosas. A su vez, son tramas complicadas y engorrosas, llevadas a cabo por una variedad de personajes con distintas intenciones y motivaciones, que la película roza apenas pero no logra profundizar, logrando cierta apatía en el espectador y doblando el tedio de ver en qué resulta todo. Para una película que se toma todo con tanta calma, sorprende que haya fallado tan estrepitosamente en darle vida a sus personajes, apenas conocemos sus intenciones a nivel de trama, pero no los conocemos lo suficiente para querer que tengan éxito o no. Podría, por otro lado, haberse concentrado en la creación de una atmósfera de tensión y peligro inminente, pero lo que en El topo destacó prominentemente, aquí también deja mucho que desear. Salvo quizás en los últimos minutos, no hay una sensación de urgencia real y el clima sombrío que se mantiene en toda la película no logra retener la atención.
La trama gira en torno a una célula no-oficial de la inteligencia alemana contra-terrorismo, liderada por Hoffman, un alcohólico frustrado que habla en inglés pero con acento alemán (lo mismo que los otros personajes alemanes): una decisión extraña del director que le quita autenticidad e interfiere con las actuaciones. Cuando un musulmán checheno inmigra ilegalmente a Hamburgo para reclamar el dinero que heredó de su padre, se crea un conflicto de intereses entre la agencia de Hoffman, la inteligencia estadounidense (representada por el personaje de Robin Wright) y las intenciones del propio Issa y su protectora Annabel Richter (interpretada por Rachel McAdams), una abogada que se especializa en ayudar a refugiados en situaciones vulnerables, pero que aquí se encuentra en aguas demasiado profundas. No vale la pena adentrarse demasiado en los detalles de la trama porque justamente de esto se trata el interés de la película, aunque en mí, sinceramente, fue casi nulo. La dirige Anton Corbijn, un director semi-novato cuyo último esfuerzo fue El americano con George Clooney. Cabe mencionar que logra actuaciones decentes del elenco y algunas escenas visualmente muy interesantes, como, por ejemplo, la del final. Quizás los problemas surjan de un guión que fracasó en comprimir los contenidos de la novela eficazmente y una edición innecesariamente parsimoniosa.
En conclusión, lo único destacable que encontré en este filme fue lo mencionado en el primer párrafo, y el hecho de que eso haya sido puramente circunstancial habla mucho de lo insustancial que es esta película. Quizás fanáticos del género de espionaje logren encontrarle un cierto encanto, y es que tiene los elementos para haber sido otra El topo o quizás hasta un episodio extendido de algo como Homeland (sí, soy fan), pero al fracasar en tanto sustancia como estilo, no me dejó mucho que alabar. Dicho esto, logré terminar de verla y pude apreciar las locaciones alemanas a las que no estoy tan acostumbrada de ver, así como las actuaciones del elenco, de los cuales me gustaría destacar a McAdams (sí, soy fan) quien aportó convicción y vulnerabilidad a un personaje bastante flojo en papel, y a Robin Wright (a pesar del horrible pelo negro) que hizo otra versión de su excelente Claire Underwood de House of Cards. Me hubiera gustado despedirte de mejor manera, Philip, pero de cualquier manera, fuiste una gran pérdida para el cine y te vamos a extrañar.
Veredicto: 5/10